El Señor Sherlock Holmes




  • Biografía

Sherlock Holmes, el primer detective consultor del mundo, nació el 6 de enero de 1854.

Él pasó dos años en la universidad antes de alquilar unas habitaciones en la calle Montague, cerca de la esquina del museo británico. Mientras estaba en la universidad pasó unas vacaciones con un amigo, Víctor Trevor, en su hogar, donde el Sr. Trevor le sugirió hacer de su capacidad de observar una profesión.

Fue en el hospital del St. Barts durante 1882 que un conocido mutuo le presento a Holmes al Dr. John H. Watson, que se convirtió más adelante en su biógrafo y en el amigo más cercano de Holmes. Los dos compartirían unas habitaciones en Baker Street durante la mayoría del tiempo de la carrera de Holmes, excepto por esas épocas en que Watson estuvo casado.


Holmes investigó cerca de mil casos antes de 1891, cuando el profesor Moriarty (la mente criminal más peligrosa y más formidable con la que Holmes nuca se había encontrado) supuestamente lo envío abajo de las cataratas de Reichenbach.


Resucitado en 1894, después de un viaje durante el cual Holmes viajara a través de Europa y de Asia bajo varios seudónimos, Holmes vuelve a Londres y toma otra vez la residencia de Baker Street


Él solucionará muchos centenares de casos hasta que se retira a la costa de Sussex entre 1903-04, dedicándose a la apicultura.



  • El cerebro de Sherlock Holmes

Cuando el doctor Watson conoce a Sherlock Holmes en el laboratorio de un hospital londinense, el detective está ocupado en el descubrimiento de una sustancia que sirve para detectar gotas mínimas de sangre, recientes o antiguas. El hecho era novedoso en 1897, pero el doctor se asombró de que Holmes, un hombre del siglo XIX, ignorara la teoría copernicana, que la tierra gira en torno al sol. Cuando Watson se lo explica, Holmes le dice que tratará de olvidarlo. A la luz de las neurociencias, este cerebro “podaba” lo que no le resultaba útil para su peculiar creatividad. Watson realiza un rudimentario mapa neuronal holmesiano: 1) Conocimientos de literatura: ninguno. 2) Filosofía: ninguno. 3) Astronomía: ninguno. 4) Política: escasos. 5) Botánica: desiguales. Al día en lo que atañe a la belladona, el opio y los venenos en general. Nulos en lo que corresponde a la jardinería. 6) Geología: prácticos. De una ojeada distingue los suelos y a que parte de Londres corresponden. 7) Química: profundos. 8) Anatomía: exactos, pero poco sistemáticos. 9) Literatura sensacionalista: inmensos. Conoce al detalle cada hecho macabro del siglo. 10) Toca bien el violín. 11) Experto boxeador y esgrimista.
12) Familiarizado con los aspectos prácticos de la ley inglesa.



Este mapa era producto del aprendizaje. Podar y almacenar son términos de uso común en las neurociencias, que explican en cierta forma la creatividad, como se explica Holmes a sí mismo, al repudiar el conocimiento heliocéntrico:



“Considero que el cerebro de cada cual es como una pequeña pieza vacía que vamos amueblando con elementos de nuestra elección. Un necio echa mano de cuanto encuentra a su paso, de modo que el conocimiento que pudiera serle útil, o no encuentra cabida, o en el mejor de los casos, se halla tan revuelto con las demás cosas que resulta difícil dar con él. El operario hábil selecciona con sumo cuidado el contenido de ese vaso disponible que es su cabeza. Sólo de herramientas útiles se compondrá su arsenal, pero estas serán abundantes y estarán en perfecto estado. Constituye un grave error el suponer que las paredes de la pequeña habitación son elásticas o capaces de dilatarse indefinidamente. A partir de cierto punto, cada nuevo añadido desplaza necesariamente a otro que ya poseíamos. Resulta por tanto de inestimable importancia vigilar que los hechos inútiles no arrebaten los espacios útiles”.

Porción del articulo “Mapas cerebrales: Nuevos descubrimientos” por Eduardo Monteverde publicado en www.cni.tv