Bibliografía Doyle

Hay personajes en busca de autor, como los admirables fantasmas de la obra teatral de Pirandello; pero hay otros, también nacidos de la fantasía y la imaginación de los escritores, que empiezan a vivir una historia propia y parecen liberarse del albedrío de sus creadores. Son héroes universales, que hechizan a los lectores de todas las épocas y todas las edades, que se escapan de los límites del libro y andan por el mundo como compañeros de andadura de la existencia. Uno de ellos fue Sherlock Holmes, prototipo de detectives, modelo de deducción científica y espíritu lógico y racional. Su fama universal ha tenido el efecto, no tan raro como parece, de eclipsar la figura de su autor. Tal como sucede, en un plano menos absoluto pero igualmente elevado a la condición de mito universal, con el Quijote de Cervantes.
A nivel popular, Sherlock Holmes sigue vivo; turistas y corresponsales llegan o escriben cartas al número 221 dc Baker Street, y en su mayoría ignoran quién es Sir Arthur Conan Doyle. Y menos saben que posee una obra literaria considerable y completamente diferente al género popular que consolidó definitivamente: la novela policíaca.
Dentro de ese extenso bloque de novelas y relatos hay sectores muy diversos. La novela histórica fue su género
predilecto, pero oscurecido por su éxito policiaco.como Michael Clark (1889), La guardia blanca (1891) y Las hazañas del Brigadier Gerard (1896), que se desarrolla en el marco de las guerras napoleónicas, un tema que fascinaba al autor. Rodney Stone (1896), una novela que generalmente se incluye entre sus obras históricas, pero que más bien es un cuadro vívido y fascinante de la Inglaterra previctoriana, con especial atención al boxeo, que describe en sus comienzos con notabilísima penetración. Todas estas extensas narraciones tienen un estilo decididamente decimonónico, en los moldes de la gran novela victoriana fijada por Dickens.
Conan Doyle practicó el ensayo histórico-político, como en La gran guerra bóer (1900) y llevó a la novela su defensa de la presencia inglesa en África con La tragedia del "Korosko". Pero aún menos conocida es su incursión en el teatro: The Story of Waterloo (La historia de Waterloo (1900)), que antes se llamó A Stranggler of '15' (Un rezagado del '15') era una incursión en el tema que lo apasionaba: las guerras napoleónicas. Ya nadie la recuerda, pero en su época significó uno de los mayores éxitos para el legendario actor Sir Henry Irving.
La narrativa detectivesca, también llamada novela policial o novela de misterio, es un típico producto de la evolución de la novela romántica, en busca de un elemento racional ante el simple misterio, efecto que también se nota en el cuento fantástico y la ciencia ficción.
Sin adentrarnos demasiado a filosofar sobre los orígenes, desarrollo e influencia posterior de este estilo, hasta llegar al moderno policial negro, podemos decir que la narrativa detectivesca "expone un hecho delictivo preferentemente un asesinato misterioso en torno del cual se desenvuelve una investigación policial; en el relato suele haber, además de la víctima, un detective (casi siempre amateur), un asesino cuya identidad no llega a descubrirse hasta el desenlace de la anécdota y un conjunto de personajes adicionales cuya intervención en los sucesos permite multiplicar pistas y sospechosos. Hay, pues, dos figuras "sobrehumanas", el detective y el asesino, que libran una lucha a muerte, circundadas por individuos de naturaleza más bien común y hasta un poco torpe".
Edgard Allan Poe, como es bien sabido, no solamente es el creador del relato policial, sino que -como dice Borges- el creador del lector de este tipo de ficciones. Su investigador, C. Auguste Dupin, "es el primero de todos, el modelo, el arquetipo podemos decir, que vive con un amigo y él es el amigo que refiere la historia. Esto también forma parte de la tradición y fue tomado mucho tiempo después de la muerte de Poe por el escritor irlandés Conan Doyle. Conan toma ese tema, un tema atractivo en sí, de la amistad entre dos personas distintas, que viene a ser, de alguna forma, el tema de la amistad de don Quijote y Sancho, salvo que nunca llegan a una amistad perfecta".
Los detectives realmente satisfactorios son escasos. A, H. Auden destaca sólo tres: Sherlock Holmes, el inspector French (creación de Freeman Wills Crofts) y el padre Brown, de Chesterton, posiblemente el auténtico continuador de Poe. Su labor es resolver un enigma, y para ello lo mejor es que sea un amateur, ya que esto impide que se deje influir por las motivaciones éticas del caso, sino más bien por las consecuencias estéticas de éste: la restauración del orden en el caos.
El carácter de Holmes fue inspirado por un eminente cirujano de Edimburgo, el doctor Joseph Bell (1837?1911), que fue profesor de Conan Doyle. Luego, al decir de Borges, "Conan Doyle imagina un personaje bastante tonto, con una inteligencia un poco inferior a la del lector, a quien llama el doctor Watson; el otro es un personaje un poco cómico y un poco venerable, también: Sherlock Holmes. Hace que las proezas intelectuales de Sherlock Holmes sean referidas por su amigo Watson, que no cesa de maravillarse y siempre se maneja por las apariencias, que se deja dominar por Sherlock Holmes y a quien le gusta dejarse dominar".
También Auden le define bien: "Holmes es un individuo excepcional que se halla en estado de gracia porque es un genio en quien la curiosidad científica se eleva hasta el nivel de una pasión heroica. Es erudito, pero sus conocimientos son absolutamente especializados (por ejemplo, véase su ignorancia del sistema copernicano); en todas las cuestiones ajenas a su campo es tan desvalido como un niño (por ejemplo, su desaliño), y paga el precio por su desinterés científico (su negligencia de los sentimientos) siendo víctima de la melancolía, que le ataca siempre que no está ocupado en un caso (por ejemplo, su costumbre de tocar el violín y tomar cocaína).
"Positivamente, su motivo para ser detective es el amor a la verdad neutral (no le interesan los sentimientos del culpable o el inocente) y, negativamente, la necesidad de escapar de sus propios sentimientos de melancolía. Su actitud hacia la gente y su técnica de observación y deducción son los de un químico o un físico. Si escoge a seres humanos en vez de materia inanimada, es porque investigar lo inanimado resulta poco heroico y demasiado fácil, ya que allí es imposible mentir, cosa que los seres humanos pueden y hacen, de modo que al tratar con ellos, la observación debe ser doblemente penetrante y la lógica tiene que ser doblemente rigurosa."
Los "libros de Sherlock Holmes" son nueve: desde el ya mencionado Estudio en escarlata (1887), novela en la cual Conan Doyle presenta a Sherlock HoImes y el doctor Watson; siguiendo por El signo de los cuatro (1890), en donde Holmes explica por primera vez su "ciencia de la deducción "; para terminar con El archivo de Sherlock Holmes (1927), doce relatos con las últimas apariciones del nuestro detective.